De la crisis al 2025: Cómo los Product Managers se adaptan al nuevo contexto económico
La realidad del contexto mundial y las tendencias macroeconómicas no son temas ajenos a nuestro trabajo como Product Managers, Diseñadores o Desarrolladores.
La realidad del contexto mundial y las tendencias macroeconómicas no son temas ajenos a nuestro trabajo como Product Managers, Diseñadores o Desarrolladores. De hecho, entender en qué punto se encuentra la economía nos ayuda a tomar mejores decisiones en nuestro trabajo y entender los cambios que observamos en nuestras empresas y en el mercado.
Si la compañía para la que trabajamos se ve afectada por la fluctuación de los mercados o por cambios en la demanda global, nuestro día a día también se verá impactado, directa o indirectamente. Por ello, hoy creo que es importante escribir unas líneas sobre qué ha pasado en los últimos años, qué podemos esperar de 2025 y cómo nos podemos adaptar para este complicado contexto.
Espero que esto pueda ayudarnos a comprender mejor aquellos pequeños detalles y decisiones que vemos en el día a día, que a veces no entendemos, y generan tanta frustración.
Un repaso económico de los 5 últimos años
En los últimos cinco años, hemos vivido cambios significativos en la economía global. Desde que irrumpió la crisis del COVID-19 en 2020, la economía global vivió una caída histórica de alrededor del -3,1% en su PIB, con la eurozona retrocediendo cerca del -6,3% y Estados Unidos en torno al -3,4% [1]. Sin embargo, el 2021 trajo consigo un rayo de esperanza: la reapertura de los comercios, la reactivación del turismo y los estímulos económicos (basados en deuda) impulsaron un repunte que, en algunos sectores, se sintió con fuerza. De pronto, los indicadores mostraron signos positivos: la economía global creció alrededor de un 6,0%, la zona euro cerca del 5,2% y Estados Unidos repuntó hasta un 5,9% [2][3] . Parecía que la pesadilla se alejaba y la palabra “recuperación” volvía a estar en boca de todos.
Pero el camino no era tan sencillo. Cuando los ciudadanos y los mercados se preparaban para dejar atrás la crisis sanitaria, apareció un nuevo desafío: la inflación. A partir de la segunda mitad de 2021 y durante 2022, los precios comenzaron a escalar. La disrupción de las cadenas de suministro, la creciente demanda de bienes, el aumento de los costes energéticos y, en Europa, los efectos de la guerra en Ucrania, dispararon la inflación hasta niveles no vistos en décadas. La eurozona experimentó subidas que llegaron cerca del 10% anual, mientras que Estados Unidos superó el 8% [4]. Ante este panorama, los bancos centrales decidieron subir los tipos de interés para frenar la escalada de precios, lo que, inevitablemente, encareció el crédito y frenó la inversión.
Este clima de alta inflación y encarecimiento del crédito generó un cambio muy importante en la estrategia de la mayoría de empresas de todo el mundo durante 2023 y 2024: Dejar atrás el crecimiento y la inversión para centrarse en la rentabilidad y la eficiencia. Lo cual explica mucha de las medidas que vimos en los últimos años, como los despidos masivos en grandes tecnológicas como Meta, que recortó más de 21.000 puestos, y Amazon, que suprimió otros 18.000, además de reestructuraciones en el sector bancario, donde bancos como HSBC y Deutsche Bank aceleraron cierres de sucursales y fusiones para mantener rentabilidad, y en el retail, donde gigantes como Walmart y Carrefour frenaron la apertura de tiendas físicas para centrarse en el canal online.
¿Qué esperar en 2025?
Aunque resulta complejo ofrecer certezas absolutas, diversos organismos internacionales y consultoras privadas coinciden en que para 2025 la economía mundial podría transitar un periodo de relativa estabilidad tras varios años de alta volatilidad. Dos factores clave que apuntan a este escenario; la progresiva desaceleración de la inflación, derivada del ajuste monetario entre 2022 y 2023, y la recuperación gradual de las cadenas de suministro global [5].
Para este año, cabe esperar que muchas empresas combinen la búsqueda de crecimiento selectivo con una cautela financiera aún muy arraigada. Tras la última etapa de fuertes recortes, la mayoría de las organizaciones optará por concentrar recursos en iniciativas que ofrezcan un retorno claro y rápido, manteniendo la disciplina de costes del último periodo de alta incertidumbre. No sabemos si volveremos a ver gastos como los vistos hace años, donde la liquidez daba rienda suelta a invertir en cualquier oportunidad que se presentaba.
¿Cómo adaptarse a nivel profesional?
Para muchos de nosotros, estas historias de recorte y desinversión ya hace mucho que se han convertido en el nuevo campo de batalla. La volatilidad ha llegado para quedarse. Con presupuestos ajustados y la urgencia de mostrar resultados rápidos, hemos tenido que cambiar la forma de planificar y priorizar. Ya no bastaba con tener un gran número de ideas innovadoras; hay que apostar por aquellas que aportan más valor a corto plazo. Los roadmaps se convierten en herramientas de precisión quirúrgica, donde cada iniciativa debe justificarse con datos de ROI, tiempo de desarrollo y potencial beneficio.
Pero, aunque puede sonar como un panorama desmotivador, la experiencia de los últimos cinco años nos deja lecciones valiosas para aprender y adaptarnos:
Priorización basada en datos: Con recursos más limitados, es clave respaldar cada iniciativa en métricas y evidencias. Antes de invertir tiempo o presupuesto en una nueva funcionalidad, pregúntate si realmente contribuye al objetivo principal del negocio. Herramientas como el análisis RICE o el ROI proyectado pueden ayudarte a filtrar iniciativas y centrarte solo en las que demuestren un valor claro a corto o medio plazo.
Comunicación transparente con stakeholders: Ahora, la alineación es más necesaria que nunca. Explicar con claridad por qué se han elegido ciertas funcionalidades (y por qué otras se han descartado) evita malentendidos y reduce fricciones internas. Sé directo al abordar los riesgos, los costes y el impacto esperado de cada decisión.
Flexibilidad en los equipos y métodos de trabajo: Ante la incertidumbre, conviene adoptar metodologías ágiles o enfoques lean que permitan ajustar la planificación sin comprometer la calidad. Las iteraciones cortas y la capacidad de pivotar rápidamente pueden marcar la diferencia cuando, por ejemplo, se impone un nuevo recorte de presupuesto o aparece una oportunidad de mercado inesperada.
Diversificar canales y modelos de negocio: Para las empresas, concentrarse únicamente en un modelo puede resultar peligroso si, de pronto, cae la demanda en esa línea concreta. Como profesionales de producto o diseño, es recomendable impulsar la expansión a nuevos canales (digital, mobile, internacionalización, etc.) o la exploración de modelos alternativos, siempre con una validación previa que demuestre su viabilidad.
Enfoque en la experiencia del cliente y la retención: Cuando las condiciones de mercado aprietan, mantener a los clientes actuales se vuelve más rentable que adquirir nuevos a toda costa. Incorporar funcionalidades que refuercen la satisfacción y la lealtad de los usuarios puede ofrecerte un retorno más estable en épocas de incertidumbre.
Aprendizaje continuo y networking: La situación económica ha obligado a muchos equipos a encontrar soluciones innovadoras con menos recursos. Intercambiar ideas en comunidades de Product Managers, diseñadores y desarrolladores puede desvelar enfoques que no habías contemplado. Mantenerse al día con cursos, webinars y lecturas de referencia ayuda a adoptar las mejores prácticas y a vislumbrar tendencias emergentes. ¡Fórmate!
Planificación financiera rigurosa: Aunque el contexto macroeconómico mejore ligeramente en 2025, seguir de cerca los costes, tener proyecciones realistas y asegurarse de que cada propuesta se sustente en un plan financiero sólido resultará esencial para responder a cambios repentinos en los mercados.
Cuidar la moral y cohesión del equipo: En momentos de incertidumbre, el factor humano es todavía más relevante. La motivación y el compromiso de tu equipo pueden sufrir ante reestructuraciones, presiones de tiempo o reducción de recursos. Fomentar una cultura de apoyo mutuo, reconocer los logros y trabajar en la transparencia de los objetivos son aspectos que ayudan a mantener un ambiente constructivo y productivo.
En resumen, la volatilidad que hemos vivido en los últimos años ha forzado a las empresas a ser más selectivas en sus inversiones y a priorizar la rentabilidad sobre la expansión desmedida. Esto influye de lleno en nuestro trabajo como Product Managers, Diseñadores o Desarrolladores, obligándonos a tomar decisiones basadas en datos, a comunicarnos con transparencia y a desarrollar productos y funcionalidades que realmente sumen valor y garanticen la sostenibilidad del negocio.
Lejos de ser un problema, este escenario puede ser una oportunidad para innovar con mayor foco y, sobre todo, aprender a desenvolvernos con inteligencia en un contexto empresarial que, año tras año, exige más eficiencia y adaptabilidad.
Referencias
[1] Fondo Monetario Internacional (FMI) (2020). World Economic Outlook: A long and Difficult Ascent https://www.imf.org/en/Publications/WEO/Issues/2020/09/30/world-economic-outlook-october-2020
[2] OCDE (2022). Economic Outlook, Volume 2022 Issue 2. ttps://www.oecd.org/en/publications/oecd-economic-outlook/volume-2022/issue-2_f6da2159-en.html#:~:text=Growth%20has%20lost%20momentum%2C%20high,curb%20inflation%2C%20heighten%20financial%20vulnerabilities.
[3] Banco de España (2021). Informe Anual. https://www.bde.es/wbe/es/publicaciones/informes-memorias-anuales/informe-anual/informe-anual-2021.html
[4] U.S. Federal Reserve (2022-2023). Federal Open Market Committee statements and releases. http://federalreserve.gov/monetarypolicy/fomccalendars.htm
[5] Comisión Europea (2024) Autumn 2024 Economic Forecast: A gradual rebound in an adverse environment https://economy-finance.ec.europa.eu/economic-forecast-and-surveys/economic-forecasts/autumn-2024-economic-forecast-gradual-rebound-adverse-environment_en
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